Plasticoin es un plan de recolección y reciclaje que ya tiene más de 600 personas registradas; da beneficios en empresas por cada kilo entregado
Que las bandejas de espuma plast o las botellas de refresco vacías pueden transformarse en otros objetos útiles, incluso de mayor valor, es algo conocido. Pero ahora también pueden transformarse en un café, en un corte de pelo o en una clase de yoga. Un kilo de plástico limpio y compactado puede canjearse por una moneda virtual ecológica para acceder a descuentos en diversos servicios, por ahora, en Piriápolis y Punta Colorada (departamento de Maldonado).
Plasticoin es un proyecto de economía circular, apoyado por la Agencia Nacional de Desarrollo (Ande), para estimular, por un lado, la limpieza de playas; y por otra, la clasificación domiciliaria de residuos.
“Cada vez que íbamos a hacer una limpieza (a la costa), venía una tormenta y, así, se repetía y se repetía”, dijo Juan Rivero, promotor de Plasticoin, en referencia a la escena de basura desperdigada por las playas. Entonces, él y su cuñada, Nicole Wyaus, ambos con experiencia en diseño industrial, comenzaron a buscar soluciones de reciclaje. Al ver que casi no existían en la zona y que fallaba la logística de recolección y disposición final decidieron tomar el tema en sus propias manos: desarrollaron un plan de canje de plásticos por beneficios comerciales y posterior traslado para su reutilización que se ha puesto en marcha este verano.
Así definieron lo siguiente: un kilo de residuos plásticos domiciliarios vale 100 plasticoins, un kilo de desechos retirados de la playa vale 200 y un kilo de microplásticos vale 400. Hablaron con empresas locales y se resolvieron los beneficios: desde 2×1 en clases de surf hasta 50% por una pizza italiana. Los plásticos deben ser acumulados, lavados y compactados.
“En los países donde hay mejores porcentajes de recuperación es donde se actúa en el momento en el que se genera el residuo y no cuando termina en un vertedero”, explicó Rivero. Y precisó: “Como usuarios somos los que decidimos si el plástico va a ser basura o va a ser materia prima en la economía circular”.
Buena recepción.
El objetivo de Rivero y Wyaus era llegar a 140 usuarios registrados en tres meses, pero solo en seis días se anotaron más de 600 personas en Piriápolis. “Esto nos ha tenido bastante desbordados”, dijo. Tanto así que el registro se está haciendo de forma manual porque no se les pudo dar respuesta de forma automática. Si bien la primera fase de Plasticoin está pensada solo para Piriápolis, hay un número similar de interesados entre ciudad de Maldonado, Solís, Ocean Park y Pan de Azúcar.
“Estamos gratamente sorprendidos con la recepción. Lo mismo con las empresas”, apuntó Rivero. Ya hay más de 15 empresas incluidas en el programa de canje en Piriápolis, donde están instalados dos centros de acopio: Bajamar Surf&Skate Shop (Sanabria 908) y La Cardota (Avenida Francisco Piria 1141/02); además, hay otro en Punta Colorada en la Escuela de Surf 3 Quillas (Playa Mansa). “Pero tenemos interesados en Treinta y Tres, Rivera y Montevideo. No sabemos cómo llegamos tan lejos con un plan que queríamos acotar acá”, agregó.
En cada centro hay una balanza para pesar la cantidad de plástico. En función del resultado, se acreditan los plasticoins en la cuenta de cada usuario.
Los promotores evalúan implementar un “centro de acopio móvil” para atender a más localidades en el corto plazo. Ahora se cuenta con un triciclo eléctrico para retirar los materiales y llevarlos a las empresas recicladoras, pero para ir a otras zonas se necesita un vehículo más grande. “Pretendemos hacer un circuito organizado ‘cero emisiones’. Queremos ser muy cautos”, dijo a El País.
Pepitas de oro.
Lo más valioso del plan es el microplástico. Es más, Rivero adelantó que se evalúa subir de 400 a 1.000 plasticoins para incentivar más su recolección. Son los pedacitos pequeños de diversos materiales como polietileno (PE), polipropileno (PP), poliestireno (PS) y polietilenterftalato (PET) –es decir, desde una bolsa del supermercado a una botella de refresco pero también productos cosméticos, pellets y fibras de origen sintético– que “la gente confunde con piedritas” de colores mezcladas con la arena. “Vamos a hacer una cacería en las playas; vamos a tratar a los microplásticos como pepitas de oro”, apuntó Rivero.
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